lunes, octubre 01, 2007

LA CASITA DE LA ABUELA.


Desde que compramos la casita en el pueblo cuento los días que me quedan para terminar de trabajar e irme a ella. Empiezo a sentirla como otro hogar, como un refugio. La vida en un pueblo tiene mucha más calidad en mi opinión que en cualquier ciudad. Una despierta y sale a la calle a comprar el pan y todos los vecinos que se cruzan en el camino te dan los buenos días con una sonrisa. Ahora despierto la curiosidad y los más atrevidos empiezan a preguntarme de quién soy, de dónde he salido. También tengo mi grupito de octogenarias a las que hago la visita y se quedan encantadas, me cuentan sus vidas...estar apartada de la ciudad hace que el tiempo se estire, no veo casi la tele, no tengo teléfono, no uso el ordenador(salvo si voy a la biblioteca...), disfruto cocinando, escribiendo,haciendo deporte, restaurando muebles,estudiando,cosiendo, paseando, durmiendo la siesta y leyendo(que es para mí casi un vicio). Como en el patio ya hace frío hemos metido la hamaca de manera temporal dentro de casa y así sacamos rendimiento de ella. Por las noches salimos a ver las estrellas y las babosas. Tenemos una araña, Josemiliana, y dos lagartijas, Juancha y Juanchita. Observamos los movimientos de los pájaros y lo que es mejor, estamos alejados del consumismo, no hay escaparates ni tentaciones de ningún tipo, sólo se puede comprar para subsistir, de este modo no existen interferencias y una se concentra más en sí misma, profundiza más. Hay tiempo de reflexión, hay silencios, tiempo para soñar, paz espiritual, posibilidad de investigar el alma. En definitiva, es una gozada. El otro día salimos Pedro y yo a correr y era todo un espectáculo ver al sol en el horizonte, cubriendo con sus últimos rayos de luz de ese día de dorado las viñas, los pinos...Resumiendo, que la felicidad es gratis y cuanto menos tiene una más libre y feliz es, sólo hay que saber encontrarla en las pequeñas cosas de cada día y aprender a apreciar la sonrisa, el gorrión, el canto del grillo, la luz del cielo, un beso, los niños jugando...el placer de observar la vida latiendo alrededor ya es un gran motivo de felicidad.

1 comentario:

Carlos dijo...

Vaya, vaya, ....eso si que es felicidad.